El periodo de alimentación complementaria es aquel que comprende la transición desde la alimentación exclusivamente láctea a una alimentación progresivamente diversificada.

Hasta los 6 meses de edad, la lactancia materna exclusiva, es la alimentación ideal y suficiente en calidad y cantidad para el recién nacido. Luego debe ser complementada con alimentos sólidos, los cuales se ofrecerán al bebé en formas y texturas adaptadas  a fin de evitar posibles atragantamientos u otros accidentes prevenibles. Aun así,  la leche seguirá  siendo el principal alimento hasta los 12 meses.

El niño necesita complementar sus requerimientos nutricionales para continuar su adecuado crecimiento y desarrollo y mantener una óptima salud.

Se considera que a partir del sexto mes de vida, el sistema digestivo, endocrino, renal y neuromotor (sistema nervioso central) han alcanzado el desarrollo y la madurez suficientes para comenzar la alimentación complementaria. De esta forma, el niño podrá aceptar, digerir y procesar los alimentos de la mejor forma posible y con la menor incidencia de complicaciones, como atragantamiento u ahogamiento, enfermedades gastrointestinales, infecciosas, obesidad, mal nutrición, diabetes y/o enfermedades tipo alérgicas.

Es importante aclarar que puede haber niños que a los 6 meses, y por diferentes motivos, aún no están en condiciones neuromadurativas para recibir alimentos, por lo que es conveniente esperar hasta que las condiciones estén dadas.

Los requisitos que debe tener el bebé para iniciar la alimentación complementaria son: que tenga 6 meses de edad, que presente interés por la comida, que haya perdido el reflejo de extrusión (saca los alimentos de la boca con la lengua), que se pueda mantener sentado solo o, al menos, que sostenga su cabeza y tronco.

En cuanto a las formas de iniciar la alimentación complementaria en bebés, actualmente hay diversas formas de llevar a cabo la introducción de alimentos.

La forma clásica de introducción de alimentos al bebé es con papillas, cremas, sopas, licuados. Otra manera es con el sistema BLW (Baby Led Weaning), que es la introducción de alimentos sólidos de forma, textura y tamaño adecuado para que el propio bebé se alimente por sí solo. O bien se puede optar por una mezcla de las dos anteriores.

QUÉ ALIMENTOS UTILIZAR

Las pautas varían mucho entre regiones y culturas. No hay alimentos mejores que otros para empezar, aunque se recomienda ofrecer de manera prioritaria alimentos ricos en hierro y zinc. Asimismo, se recomienda introducir los alimentos de uno en uno, con intervalo de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación. Es muy importante no añadirles sal, azúcar ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos.

CARNES Y HUEVOS:

Carnes rojas y pollo: se sugiere incluirlas desde el inicio de la alimentación complementaria, por ser fuente de hierro y zinc. Se aconseja  evitar el consumo de carne molida hasta los 5 años por riesgo de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH).

Yema de huevo: puede incluirse desde el inicio de la alimentación complementaria.

Pescado y clara de huevo: debido al potencial riesgo de alergias, se sugiere incluirlos a partir del 9-10 mes.

FRUTAS Y VERDURAS:

Frutas: se incluyen desde el inicio de la alimentación complementaria. Maduras y sin piel.

Verduras: progresivamente  introducir toda  variedad de verduras desde el inicio. Se aconseja evitar verduras ricas en nitratos  como la acelga, la espinaca, lechuga, remolacha, apio.

Legumbres: se incluyen a partir del 6-7 mes, en pocas cantidades por su alto contenido de fibra.

CEREALES CON Y SIN GLUTEN:

Cereales sin gluten (arroz y maíz): se pueden incorporan desde inicio de la alimentación complementaria.

Cereales con gluten (trigo, avena, cebada y centeno): se recomienda introducirlos en pequeñas cantidades entre los 4 y 6 meses (antes de cumplir los 7 meses), de ser posible cuando aún se da lactancia materna. Tanto la introducción precoz como la tardía se han relacionado con mayor riesgo de celiaquía.

LÁCTEOS:

Quesos: se incorporan entre el 9 y 10 mes de vida. Se prefieren quesos blandos de poca maduración por su menor contenido de sodio.

Leche de vaca: es recomendable  no incluirla antes de los 12 meses como bebida principal, puesto  que es una fuente pobre de hierro, y se relaciona con microsangrados a nivel intestinal. Además aporta un exceso de proteínas, grasas y energía cuando es consumida  en grandes cantidades. La Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) admite su uso como agregado en pequeños volúmenes a los alimentos complementarios.

Yogur: son una fuente importante de azúcares agregados y su sabor dulce induce a los niños a consumir más porciones de las recomendadas.  Los probióticos utilizados en su producción  aún continúan siendo evaluados en su efecto sobre la microbiota intestinal y la salud.

En cualquier caso, recordar que el yogur no es un alimento imprescindible.

Los lácteos pueden  introducirse en pequeñas cantidades, a partir de los 9 meses, pero por su capacidad para producir alergia al ser derivados de leche de vaca, no deben aportarse antes.

 AZÚCARES Y DULCES:

Azúcar: la ingesta de azúcares libres debe minimizarse. No deben agregarse a los alimentos complementarios  y las bebidas azucaradas deben evitarse.

Miel: no se debe introducir antes de los 12 meses de edad ya que su consumo se ha asociado en numerosas oportunidades  con botulismo infantil por contener esporas de Clostridium botulinum.

El consumo de azúcar se ha asociado a caries dentales. La introducción de bebidas azucaradas a temprana edad puede tener efectos adictivos sobre los sabores dulces por búsqueda de recompensa (placer), ya que el gusto por los sabores dulces es innato en el ser humano.  

ACEITE Y SAL:

Aceites: se deben incluir desde el inicio de la alimentación complementaria,  para incrementar la densidad energética de las comidas.

Sal: se debe evitar su consumo al menos hasta los 12 meses de edad, puesto  que se ha asociado a presión arterial elevada en el futuro. El consumo de sal y alimentos salados en lactantes pequeños puede incrementar la preferencia y el umbral de sabor a largo plazo.

AGUA: su introducción se hará a partir de los 6 meses, se recomienda ofrecerla luego de los alimentos para evitar que el niño sacie su capacidad gástrica con líquido. Dado que en el primer año es difícil estimar la cantidad de agua que necesita un bebé, y que hay variaciones en función de la temperatura ambiental, alimentos ingeridos,  etc. Es conveniente  ofrecerla varias veces al día y el propio niño regulará lo que necesita  beber.

Recomendaciones para iniciar la alimentación complementaria:

1. Los alimentos sólidos complementan, no sustituyen a la lactancia. La lactancia materna y/o artificial sigue siendo el alimento principal hasta los 12 meses.

2. Mantener la calma, puesto que la ansiedad la podemos transmitir a nuestros bebés.

3. Al momento de ofrecer la comida, no distraerlos con música, televisión o vídeos, ya que su atención se alejara del alimento y no tendrá interés en comer.

4. Si algún alimento produce alguna reacción alérgica, se debe suspender de inmediato y consultar con su pediatra.

5. Tener presente que este es un proceso que puede ser lento en algunos bebés y, de repente, al inicio puede no tener mucho éxito, porque no tienen interés en la comida o comen poco. En este caso hay que ir poco a poco y no obligarlos a comer, ya que puede generar rechazo por la comida.

6. No hacer comparaciones. Cada niño tiene una maduración y desarrollo diferente que le permite iniciar su alimentación complementaria con éxito o no.

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